Guerra de vampiros
El espectador
Por: Diego Alejandro Alarcón R.
Mientras ‘Crepúsculo’, la película basada en los libros de Stephanie Meyer, capta a miles de aficionados y espectadores en las salas de cine de todo el mundo, una tribu urbana colombiana siente que la obra profana su ideología vampírica.
Si las refinadas facciones y la galantería de Edward Cullen (el vampiro protagonista de Crepúsculo) hubiesen sido cambiadas por las deformidades y la tosquedad de Nosferatu (uno de los primeros registros vampíricos de la pantalla grande), probablemente el éxito de la historia que hoy por hoy abarrota las salas de cine y vende miles de ejemplares en su versión impresa no sería tan avasallador.
Stephenie Meyer, la autora estadounidense de este filme —una saga de tres libros— pasó de ser ama de casa a magnate entre los escritores. Recreando el amor de una bella jovencita convencional y un vampiro apuesto que hace esfuerzos sobrenaturales para no beber su sangre, ha vendido cerca de 20 millones de ejemplares en 37 idiomas a lo largo de los últimos cuatro años y despertó el interés de la industria cinematográfica hollywoodense, que desde el pasado 21 de noviembre (día del estreno en Estados Unidos), recaudó US$200.000.000 en taquilla en las primeras cinco semanas.
La “crepusculomanía”, como se ha comenzado a conocer esta especie de boom mundial, también contagió a Colombia, especialmente a mujeres entre los 15 y 26 años que no han ahorrado esfuerzos para crear varios clubes de fans que unidos suman más de 3.000. Grupos que desde el 1° de enero llenan los cinemas en los centros comerciales e incluso llegaron a exigirles a las directivas de la editorial Alfaguara, responsable de la comercialización de los libros de la saga, actividades que mantuvieran vivo el enamoramiento por la historia y sirvieran para reclutar nuevos adeptos.
Las fans, cuyo número aumenta significativamente todos los días, profesan su admiración no sólo por el agraciado semblante de los actores, sino por la poción de letras con que la autora logró hechizarlas y se dejan admirar por una nueva especie de vampiros que no visten de negro ni tienen sus caninos afilados y al enfrentar la luz, en lugar de languidecer, brillan como diamantes.
Conexión Vampírica es el nombre de uno de estos clubes que nació en 2007 luego de que sus integrantes conocieran la obra de Meyer. A partir de entonces, a través de su página web se han dedicado a seguir todos los detalles de Crepúsculo, gracias a los aportes de aficionados de todo el planeta. “Estos vampiros son vegetarianos, es decir, no toman sangre humana sino de animales y tienen buenos sentimientos”. Es la descripción de los personajes que esboza Cindy Roa, de 16 años, perteneciente al grupo.